top of page
fondo 2 (1).png

El espíritu del Salmón

Esta semana recibí, de un compañero de trabajo muy apreciado, lo que sentí a primera mano como un halago, cuando me dijo: “Tienes espíritu de salmón, siempre nadando contra la corriente”, Sin embargo, con mi espíritu de libélula, que siempre quiere ir más allá, quise corroborar si realmente era un halago o no e investigué el trasfondo de ese comentario.


El salmón nada río arriba, contra la corriente porque tiene un propósito claro: perpetuar su especie. Los salmones nacen en agua dulce y tranquila para sobrevivir. Una vez llegan a su juventud, emprenden su viaje al mar en donde pasan la mayor parte de su vida y llegan a la madurez, momento en el cual sienten la necesidad de reproducirse, por lo que viajan por el río, devolviéndose hasta el lugar de su nacimiento, para reproducirse y luego morir, convirtiéndose en el alimento de sus crías y así seguir el ciclo. El viaje para lograr su cometido es difícil. Deben usar todas sus fuerzas para lograrlo, sin embargo, su propósito es más grande que el cansancio, que el hambre, que los depredadores, que cualquier obstáculo que se puedan encontrar en el camino. Esa fuerza viene de tener un objetivo claro y compartido con los otros salmones que viajan con el. Saben que de su éxito depende su existencia.


Después de esta investigación, me sentí más que halagada. Me estaban comparando con un ejemplo de generosidad y de perseverancia, sin embargo, se me generó una inquietud. También me podrían estar diciendo que soy muy terca y es que podemos confundir la perseverancia con la terquedad. Lograr diferenciar, en qué situación debemos hacer uso de esa perseverancia y cuando pasamos de ser perseverante a terco, es todo un reto que debemos asumir. La terquedad es un defecto mientras que la perseverancia es una virtud. El ego es esa línea que los separa y puede ser tan delgada como tan gruesa como queramos que sea. El terco es ciego y sordo mientras que el perseverante observa, escucha, analiza, trabaja en equipo. No solo tiene un propósito claro, sino que lo tiene sustentado en un “para qué”. Es capaz de aprender de los errores, volver a intentarlo e incluso cambiar el camino para llegar a su objetivo, más no cambia su objetivo.


La importancia de ser perseverante radica en que no siempre todo es color de rosa. En nuestro camino, al igual que para el salmón, nos encontramos con obstáculos, algunos reales, algunos que nosotros mismos nos inventamos. Escucharemos voces que nos desaniman, de otros y de nosotros mismos. Nos cruzaremos con depredadores que nos amenazan, incluso algunos disfrazados de amigos. Todas estas situaciones hacen que sea difícil ser perseverante y nos impulsan a desistir cuando debemos resistir. En ocasiones podremos sentir hambre y sueño, sin embargo, tenemos la ventaja, a diferencia del salmón, de descansar para renovar energías. El salmón no tiene ese privilegio, si lo hacen se mueren y aunque nosotros sí tenemos esa oportunidad, existe el riesgo de quedarnos en el confort que nos da ese descanso y terminemos también matando nuestros sueños.


El salmón nada contra la corriente para perpetuar su especie y nosotros debemos hacer lo mismo para lograr nuestros sueños.




 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación

© 2024 espaciosepa S.A.S

Sin experiencias no hay aprendizaje.
Sin aprendizaje no hay transformación.

bottom of page